Cada año, el 22 de julio, grupos y comunidades se unen para manifestarse en el Día Mundial de Acción contra la Minería a Cielo Abierto. Mostrando nuestro apoyo y solidaridad con Red Uniendo Manos y socios en todo el Perú, hoy enviamos un mensaje claro: ¡Sí a la Vida Abundante, No a la Minería Destructiva! 

Tanto en el Sur Global como en el Norte Global, las empresas mineras están saqueando tierras de cultivo y bosques, contaminando el agua, derribando montañas y desplazando y explotando a las personas y sus comunidades. La escasez manufacturada de metales acelera su extracción. Por unos gramos de metal, nuestros gobiernos sacrifican nuestros territorios, en el altar del desarrollo. Con la promesa de empleo, ingresos fiscales y crecimiento económico, quieren convencernos de que aceptemos esta locura y que creamos en una minería a cielo abierto limpia y responsable. Pero sabemos que donde hay una minería tan destructiva, hay miseria y desolación. 

La minería a cielo abierto es uno de varios enfoques de minería sin túneles que brinda a los mineros acceso inmediato a minerales y piedras cerca de la superficie de la Tierra. También, se emplea comúnmente para extraer minerales metálicos como aluminio, bauxita, cobre, oro, cobre y hierro, y minerales no metálicos como carbón, uranio, fosfato y litio. Los explosivos ayudan a crear enormes agujeros similares a cañones. La maquinaria pesada refina los hoyos en pozos viables y extrae los materiales valiosos que luego transportan en grandes camiones. Los desechos sólidos y líquidos generalmente se guardan en sitios de disposición cercanos al pozo. La clásica mina a cielo abierto es impresionantemente profunda y mucho más ancha en la parte superior que en la parte inferior. Un ejemplo es la operación minera particularmente masiva en Cerro de Pasco. 

Desde un punto de vista ambiental, la minería a cielo abierto es devastadora. Consume enormes cantidades de agua, contamina fuertemente el aire, desfigura los paisajes y destruye permanentemente los hábitats y los ecosistemas. Incluso después de que se agotan los pozos y se rehabilitan los sitios, el área del pozo presenta riesgos elevados de erosión e inundación. A pesar de sus inconvenientes ambientales, existen algunas razones por las que la minería a cielo abierto sigue siendo popular. Basándose en la maquinaria pesada y explosivos, es de tres a cinco veces más conveniente que la minería de pozo profundo. Debido a que se pueden extraer hasta 20.000 toneladas en un solo día. 

Es este impulso insaciable por más es la esencia misma de una sed insaciable de riqueza y acaparamiento de recursos que ha generado división, destrucción y muerte entre los pueblos a lo largo de la historia humana. Quienes más han sufrido a lo largo del tiempo y hasta el día de hoy son, muchas veces, los pueblos indígenas, cuyas espiritualidades definidas por la convivencia armoniosa con la Creación viven en primera línea y en oposición directa a la codicia de la minería a cielo abierto. 

Sin embargo, una espiritualidad de la armonía no es ajena a nuestra tradición judeocristiana. En este día nos dirigimos al profeta Isaías quien, al observar y castigar al pueblo de Dios por su desobediencia, falta de humildad y opresión de los demás, pinta un cuadro de un nuevo día donde ¨el lobo vivirá con el cordero, el leopardo vivirá acostado con el cabrito, el becerro, el león y el animal doméstico estarán juntos¨ (Isaías 11:6) – un día de armonía, el reino pacífico, la vida abundante para toda la Creación. En reconocimiento de la continua muerte y destrucción que genera la minería a cielo abierto y en la búsqueda de la paz entre el pueblo de Dios y de la armonía con toda la Creación, hacemos eco y amplificamos el mandato culminante de Isaías que proclama: 

No harán daño, ni destruirán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová (Isaías 11:9) 

Que así sea.