La realidad de las mujeres rurales en La Oroya

Las mujeres rurales e indígenas contribuyen de manera importante en el desarrollo de nuestro país, especialmente en actividades agrícolas y pecuarias. Sin embargo, sus derechos son vulnerados de manera frecuente. Gran parte de su trabajo es no remunerado, por lo cual no cuentan con seguro de salud, vacaciones, descanso por maternidad, entre otros.

Las mujeres y las niñas rurales influyen de manera significativa en la agricultura, la seguridad alimentaria y la nutrición, la tierra y la gestión de los recursos naturales, así como en el trabajo no remunerado y de cuidado doméstico. Ellas son las más afectadas cuando los recursos naturales y la agricultura se ven amenazados. De hecho, a nivel mundial, una de cada tres mujeres empleadas trabaja en la agricultura.

En el contexto actual, la crisis sanitaria agudizo la desigualdad de las mujeres rurales, incremento la carga laboral, la violencia y a la vez ha reducido las oportunidades económicas.

En la provincia de La Oroya – Yauli, las mujeres no han bajado la guardia, día a día trabajan en la crianza de animales como ovejas, alpacas y vacuno. Continúan con sus sembríos de papas y cebada asegurando la seguridad alimentaria de sus familias y su comunidad. A pesar de que muchas de ellas no tienen la titularidad de los terrenos. Y si son viudas por el Covid 19, corren el riesgo a ser desheredadas, sin poder acceder a beneficios o aportes del Estado.


En el caso de las mujeres que trabajan como jornaleras en los sembríos, en el cuidado o pastoreo de animales tienen un menor ingreso que los hombres por su trabajo.

En cuanto a su derecho a la salud, las mujeres que viven estas zonas tienes menos probabilidades de acceder a servicios básicos salud de calidad pues con pandemia y sin pandemia no son atendidas de manera oportuna. En caso de enfermarse las mujeres tienen que caminar horas para ser atendidas, o trasladarse hasta lugares céntricos como Huancayo.

El gobierno habla de la segunda reforma agraria, en ese marco, consideramos que las autoridades de todos los niveles del Estado deben reconocer y valorar esta contribución, y desarrollar políticas orientadas al fortalecimiento de su ciudadanía y de sus organizaciones, como parte de las estrategias de lucha contra la pobreza y pobreza extrema, y contra los efectos del cambio climático que constituye una amenaza para su seguridad, salud y sus vidas.

Conmemorando el día de las mujeres rurales, es importante reconocer y valorar la contribución de todas las mujeres, que trabajan por el desarrollo de sus comunidades, cuidan a sus familias y el medio ambiente. Además de salvaguardar la cultura y los saberes ancestrales de sus comunidades. Filomena saluda a las mujeres y se compromete a seguir trabajando por su apoderamiento y garantizar el cumplimiento de sus derechos.

Dato impacto 3

47% de personas viven en situación de inseguridad alimentaria
(FAO, 2021)

Dato impacto 2

30.1% de la población está expuesta a metales pesados y sustancias tóxicas
(MINSA,2020)

Dato Impacto 1

30% de peruanos y peruanas viven en pobreza extrema (INEI, 2020)

Hello world!

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Revirtamos nuestra historia

Los pueblos milenarios del pasado de nuestro Continente, aún en medio de sus propias imperfecciones, vivían en armonía con la naturaleza. Si realizáramos una lista de los grandes logros alcanzados de norte a sur, realmente nos quedamos sorprendidos: Una arquitectura que hasta hoy sigue causando asombro; una agricultura potenciada y en armonía con otros ecosistemas; medicina natural que hasta la fecha sigue siendo usada por nuestros pueblos originarios y base de la medicina occidental; una ingeniería que trasladaba agua de un cerro a otro y por distancias enormes; astronomía nada envidiable, entre otros muchos ejemplos.


Fue un 12 de octubre de 1492 que nuestro Continente entra en crisis e inicia su decadencia, recibiendo a partir de esa fecha la invasión de una cultura occidental preocupada sólo por el mercantilismo y la expansión basada en formas sutiles de esclavitud y dominación (muchas de las cuales perduran bajo una adaptación hasta hoy). Hoy son ya 529 años de ese choque cultural, donde incluso la historia ha sido escrita por esa cultura occidental que nos ha enseñado los sucesos acaecidos en éstos más de quinientos años, sólo desde su perspectiva impuesta, tergiversando incluso muchas verdades por grandes mentiras. ¿Seríamos capaces de aprender a ver la historia desde “su reverso”?
Gracias a Dios, cada año que pasa, encontramos espacios donde los descendientes de esos pueblos originarios están recuperando su historia, revalorizando los logros que tuvieron sus ancestros, adquiriendo espacios de encuentro y diálogo, y se va gestando poco a poco un cambio en las sociedades de la llamada hoy Abya Yala (“tierra en plena madurez”), que va recuperando esa armonía con su Pacha Mama (madre tierra) y se alzan en defensa de todo aquello que aún les queda en éste hermoso Continente. Se van sumando también los descendientes de esas culturas occidentales que van reconociendo la ignominia que desarrollaron sus ancestros, formando así una nueva realidad de diálogo intercultural bajo nuevos marcos de respeto, igualdad y encuentro justo.


¿Estarías tu dispuesto a unirte a esas luchas, con sus avances, tropiezos y grandes logros que se gestan en una nueva historia, que cada vez más, va dándonos sorpresas? Celebremos juntos el Día de los Pueblos Originarios y el Diálogo Intercultural.

MUJERES INDÍGENAS Y EDUCACIÓN: Oportunidad de desarrollo comunitario

Cuando iniciamos nuestro proyecto de fomento de la lectura a través de la biblioteca caminante Puriyninchik, Sarhua fue la primera comunidad indígena Quechua en la que trabajamos con niñas y niños de entre 6 a 12 años, donde no tardamos en notar que tenían grandes dificultades a la hora de leer, por lo que decidimos visitar sus hogares y conocer las familias para involucrarlos en la educación de sus hijos.

Grande fue nuestra sorpresa al descubrir que el 30% de madres de familia que visitábamos eran analfabetas, mientras que el otro 30% había estudiado únicamente la primaria o parte de ella, por lo que no podían acompañar o ayudar a sus hijos en sus procesos lectores como ellas quisieran. Una realidad que vivieron también mis abuelas quienes apenas fueron a estudiar a la escuela apenas uno o dos años.

Esta situación me permitió notar que ser indígena en nuestro país, ya implica de por sí una desventaja en cuanto al acceso de oportunidades; pero ser mujer indígena lo es aún mucho más y esto no sólo en materia educativa.

Sin embargo, es también desde nuestra experiencia que podemos indicar que son las mamás de nuestros usuarios, las mujeres indígenas, quienes más se preocupan por la educación y el bienestar familiar, son quienes desde muy temprano trabajan y son el motor que impulsa el desarrollo no sólo de su familia, sino también de su comunidad, aunque muchas veces no sea reconocida.

Para mí es una bendición haber podido estudiar y lograr lo que mis abuelas indígenas no pudieron; y esta oportunidad que tuve es una de las motivaciones por las que ahora buscamos brindar oportunidades de desarrollo a través de la educación para las niñas y niños de Sarhua, a través de los libros y la lectura, no sólo como lectores, también como autores de sus propias historias, siendo protagonistas de su propio libro de vida.

Es curioso que Jesús se haya preocupado por acercarse a las mujeres más discriminadas de su tiempo, para tratarlas con respeto y dignidad, viendo en ellas el gran valor que tenían, esto no me parece casual ni anecdótico; todo lo contrario, me parece una clara muestra de lo que, como cristianos deberíamos hacer.

Warmi masillaykuna, ñañallaykuna: Llapaykichiktam kuyakuyniyta chaynallataq riqsikuyniyta chayachimuykichik, hinaspam kallpanchamuykichik hinallaya llamkananchikpaq ayllunchik hinallataq llaqtanchikuna rayku iñiywan ¡Manam sapallanchikchu kachkanchik!

(Mujeres indígenas, hermanas mías: Les hago llegar todo mi cariño y reconocimiento, pero también las animo a seguir trabajando con fe por nuestras familias y comunidades ¡No estamos solas!)